Prólogo de Jorge Bucay en el libro
"El mundo de Nasrudín" de Idries Shah
Si miras con atención dentro de cada uno de estos cuentos verás que han sido escritos para ti. Quizá te parezca imposible. Quizá no quieras creerme. Y, sin embargo, es la verdad: el protagonista de todos estos cuentos eres tú. Aquí te llamas Nasrudín. Podrías llamarte Juan Carlos o Marta o Hakim, pero te llamas Nasrudín.
Como te dije, debes mirar atentamente porque en algunos cuentos apareces más viejo, en otros más guapo o más inteligente, o bastante tonto; en algunos eres una mujer y en otros un niño. Pero no lo dudes: siempre eres tú porque el cuento narra siempre tu historia.
El cuento es una fuente de inspiración y de enseñanza tan viejo como la historia de la humanidad. Antes aún de la escritura, se contaban cuentos. Muy posiblemente, cuando el lenguaje no era suficiente para narrar un hecho, se pintaron historias en las paredes de las cuevas donde habitaban nuestros antecesores. De esta manera, hombres y mujeres transmitieron conocimientos, técnicas, conductas y experiencias a las generaciones que los seguían, que más tarde comprendieron que debían, a su vez, conservar esa transmisión oral o gráfica como un tesoro que enriquecerían con sus nuevos relatos o con el imaginario creativo de algún primitivo narrador o poeta. Relatos que, al circular, llevaban consigo el compendio de la sabiduría popular, el arquetipo que muestra la historia, la cultura, los valores y las costumbres de la gente, el instrumento de cohesión social que desde los comienzos del tiempo sirve para entretener, instruir y expresar lo que Jung denominaba el «inconsciente colectivo». Las historias que relacionan el pasado con el presente y que proyectan el presente en el futuro común.(...)
En cada cuento se crea una realidad propia que suma la secuencia narrativa lógica expresada en palabras y por lo tanto captada por el hemisferio dominante; el contenido metafórico creado por el arte literario sólo puede decodificarlo el hemisferio cerebral opuesto, que lo expresa en la emoción disparada en el lector abierto a vivenciarla.
De este modo, ambos hemisferios del cerebro contribuyen a la comprensión del significado de los cuentos, cuestionando el sentido de nuestra propia identidad y de nuestra manera habitual de ser en el mundo o, por el contrario, confirmando que somos nosotros mismos y dando un nuevo significado a nuestra existencia.
Esto explica la atracción que ejercen los relatos, y la aceptación de que gozan entre personas de diferentes edades, culturas y estilos. Así, se podría decir que actúan a nivel consciente e inconsciente, transmitiendo su «mensaje» de forma directa e indirecta.
Desde hace más de un siglo, la psicología se ha valido de más y más instrumentos en su búsqueda de las maneras de ayudar al hombre en esa evolución.
Las líneas más recientes—constructivismo, terapia narrativa, Gestalt, terapias sistémicas, enfoques estratégicos y todas las nuevas tendencias psicopedagógicas—enfatizan la importancia del sujeto como creador y protagonista de su propia metáfora existencial, y utilizan el recurso de los cuentos como herramienta fundamental.
De hecho, es una de las más importantes herramientas de comunicación, si no la única, capaz de proporcionar la oportunidad de comprender un aspecto de la enseñanza a un número infinito de personas al mismo tiempo.(...)
Nasrudín nos encantará, nos hará reír y nos ayudará, lo deseemos o no, a aprender y, por ello, a transformarnos.
La risa será tan sólo una manera de burlarnos de nuestras propias limitaciones y deficiencias. La duda o la sorpresa, un recurso eficaz para estimular la creatividad. Y, el encanto del relato, un recordatorio capaz de generar un mayor número de opciones, de alguna manera mágicas, en nuestras vidas.
La magia de estos cuentos habita en tu coraje de escuchar el eco que resonará en tu interior después de leer cada historia, aparentemente ajena y distante.(...)
Sean estas pocas palabras tomadas como la mínima expresión de mi gratitud.
Jorge Bucay Buenos Aires, julio de 2004
¿Quién fue Nasrudín?
Mullà Nasreddin, o Mulá Nasrudín, es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes.
Se supone vivió en la Península Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV.
Nasrudín es un Mulá (maestro) que protagoniza una larga serie de historias-aventuras-cuentos-anécdotas, representando distintos papeles: agricultor, padre, juez, comerciante, sabio, maestro o tonto. Cada una de estas historias cortas hace reflexionar a quién la lee u oye, como una fábula, y además suelen ser humorísticas, con el humor simple de lo cotidiano, a veces con contrasentidos y aparentes absurdos.
Sus enseñanzas, que han sido y son utilizadas por los maestros del sufismo, van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales, de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales.
Idries Shah recopiló y popularizó en Occidente al personaje a través de diversas recopilaciones de estos cuentos breves rescatados de la literatura y tradición oral de las culturas donde es conocido.
Idries Shah siempre consideró que la sabia y absurda lógica de los cuentos de Nasrudín, era uno de los métodos más ingeniosos que tenían los sufíes para romper la forma de pensar habitual, adentrándose así en un mundo despojado de prejuicios.
Nasrudín es considerado un Don Quijote islámico porque acostumbra a ser cuerdo en su locura y abarca todo el ingenio popular de Oriente Medio transmitiendo de forma simplificada las enseñanzas del sufismo.
La tradición sufí es especialmente rica en historias.
Las historias sufíes siempre tienen por lo menos tres interpretaciones o niveles de enseñanza posibles. Algunas hasta siete; la primera interpretación generalmente es chistosa, razón por la cual son muy populares.
Cuando recordamos una historia sufí, después de un tiempo, porque se aplica exactamente a un evento del presente, nos damos cuenta de su verdad y la comprendemos de manera profunda.
Dice Idries Shah en “Aprender a Aprender” (Ed.Paidós Orientalia):
“El sufismo ha perfeccionado, entre otras técnicas, un método de enseñanza característico que es casi desconocido fuera de los límites de los iniciados en la vía. Este método, llamado Impresión Esquemática de Cuentos, está contenido en el uso especial que los Sufíes hacen de la literatura oral o de otro tipo.
Se trata, de que seas tú, quien extraiga el significado.
Cuento Sufí:
Se dice que un maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma.
-Maestro -lo encaró uno de ellos una tarde- tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…
-Pido perdón por eso -se disculpó el maestro-, permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
-Gracias maestro -respondió halagado el discípulo.
-Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
-Sí, muchas gracias -dijo el alumno.
-¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?
-Me encantaría…, pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…
-No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte… Permíteme que también te lo mastique antes de dártelo…
-No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! -se quejó sorprendido el discípulo. El maestro hizo una pausa y dijo:
-Si yo les explicara el sentido de cada cuento, sería como darles a comer una fruta masticada..